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Un abrazo

La oscuridad, no saber donde se pisa, no saber la dirección en que uno se mueve, no tener precisión de donde va a terminar el camino. No es que uno ande a tientas por voluntad propia. Simplemente hay días que parece que todo se desmorona a nuestro al rededor sin saber como seguir. En realidad, uno sabe cómo seguir, como siempre hizo, un pie primero y después el otro. Sin saber la motivación que lo lleva a hacer eso, solo continuar, levantarse si uno cayó, sujetarse si tropezó, pero siempre con el mismo fin, primero un pie y después el otro. Eso que nos enseñan de pequeños y queda encerrado en nuestro interior sin que nadie lo pueda arrancar. Seguir, continuar. Hay días grises, lluviosos, que hacen mella en nuestra voluntad de madera, y aunque sea la de mejor calidad, el agua afecta. Si una inundación nos llega, nos puede arrastrar, llevar a lugares inciertos, desconocidos, con peligros inminentes solo vistos por nuestros ojos y los de nadie más. Miedos que no se pueden compartir, no
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Perdidos

Perdernos, estar sin un rumbo, saber adonde queremos ir pero no conocer el camino suele causarnos desolación, abatimiento, y, hasta en algunos casos, no encontrar la salida puede acabar con nuestra vida, o peor, con nuestra esperanza. Podemos perdernos de manera literal, física, cuando en un lugar que no conocemos nos alejamos de la civilización. Solos, en un lugar desconocido, somos presa fácil del desánimo, de la desorientación, del hambre, del frío, del calor. Si la situación no se remedia en poco tiempo, salvo excepciones, podemos sucumbir a los peores enemigos, entre los cuales se encuentra la muerte. Sin embargo, perderse en un mar de emociones puede ser igual o más devastador que perderse de manera física. Y el mayor inconveniente es que puede ser que nadie se dé cuenta de que estamos perdidos, a la deriva. Sin ayuda, sin rumbo, sin destino al cual llegar, enemigos más crueles que la muerte pueden asaltarnos, como la desesperanza, la desolación, el remordimiento, hasta el odio

Manual para perdedores

Ser exitoso es lo más sencillo del mundo. Queda demostrado en que todo el mundo es exitoso. Para coronar este hecho, añadimos que todos son felices, exitosos y felices. Está claro que hay infinidad de libros sobre como ser exitosos en cualquier aspecto de la vida, es más, cuando uno habla con amigos o conocidos, pareciera que todos saben cuál es la clave del éxito y la felicidad. Por lo tanto, la única conclusión posible es que todos, todos, son felices y exitosos. Pero yo no soy como todos. Ya desde chico, cuando me querían dar la ropa de mis hermanos mayores, como yo soy distinto y era diferente a ellos, tampoco podía usar su ropa. Entonces, la rompía, así tenía que usar ropa que nadie había usado, porque yo tenía que ser único, es más, ya era único en ese momento. Como consecuencia, usaba la ropa hasta que estaba en un estado inservible, como para que nadie la usara después de mí, sino dejaría de ser único. He llegado al punto de romper ropa sana, porque no me quedaba más o ya habí

Hay un lugar

Hay un lugar único donde convergen el cielo con la tierra, donde se derraman todas las lágrimas y se inspiran todas las sonrisas. Hay un lugar donde el sonido llega adentro del alma, se percibe como música, colores y sabores. Una sinfonía celestial, donde el elemento caído del cielo se une a la tierra. Hay un lugar donde se ve claro, que el hombre es un actor más, y no el más importante, aunque pueda ser el más decisivo, pero no será jamás el principal. Hay un lugar donde los recuerdos parecen lejanos, y el ahora es lo único que se guarda en la memoria, donde ya no hay más que bramidos, reflejos, aromas salvajes. Hay un lugar que pareciera pertenecer al jardín de los dioses, pero no debemos olvidar que  es un regalo especial para contemplar, admirar y cuidar. Hay un lugar en el cuál uno se siente lejos de la tierra, y cerca del cielo, pero queda claro más que nunca adonde pertenecemos. Hay un lugar en el que el sol y la luna son cómplices de una belleza incomparable, pero a la ve

Inexplicable

El que diga que el cerebro es lo más complejo que existe, no ha ahondado en los sentimientos y congojas del ser interno. Algunos dirán que ese ser interno es parte intrínseca del cerebro. Yo les diré que es parte de la vida del ser humano, mientras viva, lo llevará con él. ¿Está en el cerebro? ¿Reside en el corazón? ¿Se lleva en la sangre? Pero el asunto es, ¿acaso importa? Allí está. Hay días que nos brinda una felicidad indecible, puede ser afectado por situaciones externas, aquellas que esperamos, aguardamos y finalmente suceden, o aquellas que no las esperamos, y son las sorpresas más bellas de la vida. También nos puede brindar felicidad sin que pase nada extraordinario en nuestro alrededor, sin que suceda nada que esperemos o no, simplemente sucede el hecho de existir, de convivir con esa otra persona que reside en nuestro ser, con el que compartimos el camino que conduce desde que recordamos nuestras vivencias, hasta que no haya más recuerdos, por eso lo podemos llamar el cami

Imperfecta

Lo prefecto no siempre es perfecto. No me refiero a una pieza mecánica que debe ser perfecta hasta valores micrométricos. Tampoco de proyectos de construcción dónde las medidas deben ser perfectas. Hablo de ella. Imperfecta. Cuando digo imperfecta, me refiero a cuando hablas de un tema y te pregunta si está linda. Imperfecta cuando se despeina y está más salvaje que peinada. Cuando evita mirarte, y su perfil es aún más llamativo. Cuándo no sigue la receta para innovar, y sale mejor que la original. Imperfecta cuando habla, y su voz no es la más armoniosa, pero si la más atractiva. Cuando camina, mueve sus pies, quizá no como una modelo, pero si como mujer que sabe adonde quiere ir. Cuando se viste, y no lleva la ropa más elegante, pero su presencia es única. Imperfecta cuando te ve, y quizá no tendrá los ojos de la actriz mejor paga, pero sentís que si te mira, te arropa el alma. Cuando canta, porque no afinará como una cantante de ópera, pero si la escuchas cantar, seguro

El éxito del fracaso

En general, todos coincidimos cuando alguien tiene éxito. Cuando otro cumple con nuestras expectativas, tiene éxito. A su vez, cuando cumplimos las expectativas de otros, nos pueden considerar exitosos. Ni que hablar si son superadas esas expectativas. Lo que no está muy claro es cuando somos exitosos para nosotros mismos. Solemos estar gobernados por reglas muy distintas. El orden natural no nos afecta en cuanto a considerarnos exitosos. Uno puede pensar que cuando cumple una meta lo logra, cuando llega a un objetivo, o hasta cuándo cumplimos o superamos expectativas de otros. Nuestra mente nos guía y nos empuja hacia una sola dirección, el éxito. Cabe aclarar que en el transcurso de nuestra vida, solemos cambiar de metas, objetivos, y por lo tanto, la mente nos dirige hacia lugares muy dispares, dependiendo en qué momento de nuestra vida nos encontremos. Nuestro objetivo supremo es el éxito, solemos tener aversión al fracaso. Sin embargo, cuando logramos llegar a los objetivos qu